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lunes, septiembre 11

Una explicación

Sé que algunos se han preguntado por qué he cerrado la cajita de los comentarios. En primer lugar, los que están disparatando y hablando de censura y “órdenes superiores” y cosas por el estilo, déjense de esa cosas porque la decisión la tomé yo ayer, domingo, alrededor de las 8 de la noche, después de conversar con amigo que no ocupa ninguna posición de supervisión en el periódico. Lo que más me motivó a cerrar los comentarios, por ahora, fue que ellos, contra mi voluntad y la de muchos de ustedes, se convirtieron en una plataforma de linchamiento virtual de mis colegas y amigos de profesión que la semana pasada dejaron de trabajar a pocos metros de mi mesa. Esa no es la función de este blog. Este blog no es un foro, sino un espacio de expresión de su autor, donde los lectores son invitados a discrepar, pero no a linchar y mucho menos a quien ahora no está en capacidad de defenderse. Y este blog no es, de forma alguna, una plataforma para lanzar ataques a El Nuevo Herald. Creo que he sido respetuoso con ustedes, honesto y frontal al decirles esto sin rodeos.