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jueves, junio 1

Esperando por Alan

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LIMA - Faltan 20 minutos para el inicio del mitin de cierre de campaña de Alan García y hay apenas unas 2,000 personas en la explanada de los Héroes Navales, delante del hotel donde estoy. Los veo desde el balcón. Los caciques bien intentan levantar los ánimos. “Alan, presidente; Alan, presidente”, gritan por los inmensos altoparlantes cuyos agudos sonidos hacen temblar alguno que otro cristal del hotel. Hay un contraste interesante en esta espera por Alan, que todavía no ha aparecido. El frío es tremendo. El contraste es acentuado. Los pobres esperan en la calle, los ricos se acomodan en el lobby del hotel o se refugia en las habitaciones alquiladas. Hace unos minutos era verlos acurrucándose en las puertas de los elevadores, casi todos con el mismo objeto en la mano, una botella de whisky, a plena vista o guardada en un cartuchito, rumbo a las habitaciones. Es que dentro de poco comienza la “ley seca” por el periodo de reflexión y hay que precaverse. En la calle, parejas de novios se agarran y se dan calor. Esperan, mirando al escenario vacío. Hay un frío tremendo. Y esperan. Los periodistas conversan, los activistas insisten en movilizar a la gente, la música retumba en los oídos, del rap al regatón, lo hay de todo. Poca música peruana. Una muchacha me dice que vota por Alan porque “es el más bonito de los dos”. Esto es algo serio. El ex presidente social-demócrata tiene un gran público femenino. Siempre lo tuvo. Hoy no es diferente aquí, en la explanada, donde todo el mundo, pero todo el mundo, está cercado por un inmenso cordón policial, que abarca unas cinco manzanas a la redonda.