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lunes, mayo 15

Algunas reflexiones

Una cosa es clara: el discurso del presidente le fue impuesto. Si no fuera por las masivas manifestaciones en los últimos meses de los ilegales y sus apoyantes, lo más probable es que Bush no se hubiera dado al trabajo de aparecer hoy ante las cámaras. Y lo admitió.

Dicho esto, vale la pena señalar que existe una voluntad política del ejecutivo de resolver el problema o, al menos, lidiar de una forma efectiva con el problema de la inmigración ilegal que afecta ya a casi 12 millones de personas en Estados Unidos. Pero, movilizar a 6,000 efectivos militares hacia la frontera es una mala idea. Parece algo sacado de los "manuales de trabajo" de los países del tercer mundo donde cuando hay un problema de seguridad nacional se mandan tropas a la frontera. Esto implica una interpretación difícil de entender de la división entre el poder civil y militar en Estados Unidos. En esto el Tribunal Supremo tiene tela por donde cortar. Por ley, el trabajo de seguridad fronteriza le toca a la Patrulla Fronteriza, una división del Departamento de Seguridad Territorial (DHS). No es un trabajo del Pentágono. Por varias razones. En primer lugar le da un aspecto de combate al enfrentamiento a la inmigración ilegal, como si fuera un escenario de guerra; por otro lado, los militares no están habituados – o entrenados – a lidiar con los problemas sociales derivados de un cruce fronterizo ilegal (sus motivaciones, razones, realidades y esperanzas). Entiendo la permisa. Se trata de usar, en otro escenario, la experiencia acumulada por los militares en el rescate del desastre de Katrina en Nueva Orleáns. Pero una cosa es la ayuda a un desastre natural y otra es un soldado en la frontera, defendiendo una línea imaginaria trazada en el suelo mirando al inmigrante como un enemigo como si estuviera cazando terroristas en Irak. No digo que los comandos militares reciban esas órdenes, sino que cuestiono la capacidad de los soldados en el terreno de diferenciar los escenarios. (Actualización: En este sentido la reacción de México era de esperarse).

“La inmigración ilegal ejerce presión en las escuelas públicas y hospitales... en los presupuestos estatales y locales... y trae crimen a nuestras comunidades”, dijo Bush. Esta es una aseveración peligrosa. Déjenme explicar una cosa: mis amigos republicanos – y algunos demócratas los han respaldado – me aseguran que Bush no es un político anti inmigrante. Habiendo sido gobernador de un estado fuertemente influenciado por la inmigración (Texas), el presidente es alguien que no los rechaza de antemano, sino que tiene una comprensión poco usual, entre los suyos, hacia el fenómeno. Pero asociar la criminalidad a la inmigración ilegal – aunque no sea del todo inexacto – no es, tampoco, correcto. La criminalidad es un mal endémico en Estados Unidos muy anterior a que la inmigración hispana – porque de eso se trata – fuera un problema. De hecho, ya había un alto índice de criminalidad en Estados Unidos antes de la agudización del problema migratorio y la sociedad lo supo enfrentar. Es el caso de los gángsteres en los 30 y 40 del siglo pasado. Muchos de ascendencia italiana, europea. Hoy día asociar la criminalidad a la inmigración hispana es un dislate.

El presidente admite que este es un país multinacional, construido por la inmigración y no hace más que reconocer una verdad. Pero es, también, la primera vez que un mandatario estadounidense lo hace y eso deberá – como él invitó a lo demás a hacerlo – ser objeto de una profunda reflexión por lo cual el debate nacional deberá ser profundamente equilibrado. Es la única forma de lograr la justicia y de garantizar la seguridad fronteriza. Queda mucho por delante. Vamos a esperar y ver.

Y, ¿Usted, amigo lector, que piensa?

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Rui:
Escribí un buen comentario sobre este tema, y lamentablemente se borró por accidente. Es una lástima porque estaba interesante.

BENJAMIN F. DeYURRE

9:00 p. m.  

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