Perú y el libre comercio

Alejandro Toledo acaba de firmar la entrada de su país al tratado de libre comercio. Era una vieja aspiración del presidente, pero surgió en un momento complicado, porque cualquiera que sea el vencedor de las elecciones peruanas, tanto Ollanta Humala como Alan García, han dicho que no les interesa el acuerdo. La cuestión es si un acuerdo de libre comercio dispararía la economía peruana, con el mayor índice mundial de economía informal. Después de todo, en un par de meses, Alejandro deja la presidencia con un nivel de crecimiento único. Durante su mandato ese crecimiento anual osciló entre el 5,2 y el 7 por ciento. No logró eliminar la pobreza sustancialmente, pero logró desarrollar las exportaciones peruanas. Sin un tratado de libre comercio, los productos peruanos se duplicaron en el mercado estadounidense. Me pregunto que pasará con la existencia de este acuerdo. Ahora, en Estados unidos, los productos peruanos son más baratos y, en muchos casos, de mejor calidad. ¿Ya probaron un espárrago peruano hoy? En Miami los hay por todos lados. Hace un mes, en una pasada por Miami, Alejandro me dijo que no temía una marcha atrás en la firma del tratado y que era un objetivo suyo firmarlo antes de las elecciones. Y no le importaba los sondeos. De hecho nunca le preocuparon mucho, durante todo su mandato siempre tuvo un nivel de popularidad muy bajo. En este sentido creo que la razón es otra. Racismo. El año que pasé en el Perú, antes de que él fuera electo, fue revelador. Los blancos en el Perú discriminan brutalmente a los “cholos”. Y en política ni se hable. El único problema que le veo al acuerdo de libre comercio es que si gana Humala, acabará con el apenas porque fue Toledo quién lo firmó y no porque realmente crea en ello, como Alejandro. De ser así – y yo lo creo porque los militares nunca han sabido gobernar y mucho menos cuando se creen salvadores de la patria, sin que nadie se los pida – la economía peruana vendría abajo, porque Humala, como un dominó, echaría abajo todos los éxitos de Alejandro. Creo que las consecuencias de ese gesto harían con que, a la larga, los peruanos añoren a Toledo. Seria una gran irónica reivindicación.